domingo, 5 de enero de 2014


Se basan en el principio de la capilaridad, ley física que obliga a fluir la tinta alrededor de la bolita situada en la punta. Es el mismo que hace funcionar a las plumas estilográficas inventadas por L. E. Watterman en 1884. El problema de los bolígrafos estuvo durante un tiempo en la viscosidad de la tinta, que dificultaba la escritura, secándose o soltando borrones. Lo solucionó el húngaro Laszlo Biro en 1938, cuando empleó una tinta de secado rápido, parecida a la que utilizaban entonces las imprentas de los periódicos. Los primeros bolígrafos eran muy aparatosos y sólo se podía escribir con ellos sobre maderas, cartones y superficies ásperas. A mediados del siglo pasado, Biro colocó en la punta una bola de acero parecida a la de los rodamientos de las ruedas, logrando escribir en papel.



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